Un MacGuffin es un recurso narrativo que se utiliza para hacer avanzar una historia sin que tenga mucha importancia en sí mismo, es la excusa para que la acción tenga lugar. Quien más lo utilizó y dio fama al concepto fue Alfred Hitchcock.
El texto que sigue es de ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
El pasado:
En esta larga etapa desde las elecciones del 20D, los partidos han hablado de negociaciones hasta la saciedad, pero en realidad nadie quería alcanzar un acuerdo que permitiera un gobierno. Negociar se ha convertido en el MacGuffin de este período, una excusa que ha servido para que la trama avanzara y llegáramos al desenlace final, que son las nuevas elecciones.
No pretendían formar gobierno PSOE y C’s, porque sabían que a su pacto no se podía sumar nadie más y que en realidad era el obstáculo que evitaba un acuerdo mayoritario. Todos sabían que Podemos no aceptaría un pacto con un programa económico tan distinto al suyo, y además ellos y C’s vetaban mutuamente la presencia del otro en un hipotético gobierno. Nadie ignoraba que el Partido Popular rechazaría entrar en el pacto, porque su caudillo vocacional, Mariano Rajoy, no contemplaba otra posibilidad que la de un gobierno presidido por él, con un programa continuista. Y, finalmente, el PSOE no podía permitirse que en la coalición entrara el PP, salvo que tuviera la voluntad de suicidarse como opción política. Por lo tanto, los cuatro partidos sabían que el pacto era un puro MacGuffin.
A su vez, Pablo Iglesias dejó claro, con dos actuaciones estelares, que no quería un gobierno con el PSOE: la de la rueda de prensa mientras Pedro Sánchez estaba con el Rey y cuando soltó lo de la cal viva en el Congreso. Un hombre que domina los resortes televisivos y está acostumbrado a estar ante las cámaras, no las utiliza sin pensar y sin medir lo que va a decir: sus intervenciones buscaban la negativa del PSOE a pactar con ellos. Por su parte, el PSOE aducía que la coalición de izquierdas no tenía votos suficientes y que no quería conseguirlos con el apoyo o la abstención de las fuerzas nacionalistas que pusieran en cuestión la integridad de España, argumento que no resulta de peso si nos atenemos a las declaraciones de los propios partidos nacionalistas, en las que manifestaban su preferencia por un gobierno PSOE-Podemos sin pedir contrapartidas. Así pues, las negociaciones entre PSOE y Podemos eran también un MacGuffin.
Y es que a los partidos no les convenía el resultado de las votaciones, porque sus planes eran otros, y decidieron elaborar un guión que condujera al desenlace deseado, que eran unas nuevas elecciones cuyos resultados se ajustaran más a sus pretensiones. Pero para que los votantes no pudieran decir que los partidos no habían hecho cuanto había estado en su mano para conseguir formar gobierno, necesitaban un MacGuffin que les permitiera avanzar en la trama que habían diseñado.
El futuro:
Ahora, las encuestas y los opinantes de los medios de comunicación nos dicen que después de las elecciones del 26J, lo más probable es que nos encontremos en una situación muy similar a la que se produjo tras las del 20D, pero no va a ser así, ni mucho menos.
La diferencia sustancial será que habrá una alianza entre Podemos e IU que superará en votos y escaños al PSOE. Además, favorecido por la mayor abstención, el PP volverá a ser el partido más votado y su distancia con el siguiente se incrementará.
Con esta situación, Podemos-IU se postularán para encabezar un gobierno progresista. Lo dijo Pablo Iglesias en la celebración del Primero de Mayo, si ganan las elecciones quiere que los socialistas “estén con nosotros en el gobierno como un aliado”. Pero esto no sucederá, aunque tengan los votos suficientes, porque el PSOE jamás apoyará un gobierno presidido por alguien de Podemos-IU, pues el PSOE se debe al establishment (un concepto muy preciso, lamentablemente caído en desuso), que nunca se lo permitiría, y entonces se producirá la coyuntura perfecta para que tenga lugar una coalición entre el PP, el PSOE y C’s, alegando que España no puede estar más tiempo sin gobierno y que este no puede quedar en manos del populismo chavista. Es decir, la hegemonía de Podemos-IU dentro de las fuerzas de izquierda impedirá, paradójicamente, un gobierno de izquierdas, y facilitará la entente PP, C’s y PSOE.
Pedro Sánchez ha afirmado que se equivocó al llamar indecente a Mariano Rajoy. Esta significativa rectificación (bochornosa políticamente hablando), tiene la clara intención de distender las relaciones no entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, sino entre el PSOE y el PP, porque el PSOE no piensa apoyar un gobierno de Mariano Rajoy, sino un gobierno del PP sin él, al que entre todos facilitarán una retirada discretamente honrosa antes de que toda la basura de su partido acabe por sepultarlo y salpique al resto. Además, C’s tampoco apoyaría un gobierno con Mariano Rajoy al frente, Albert Rivera ha dicho demasiadas veces que no lo haría y que él es el obstáculo para posibles acuerdos de ambos partidos. Es en lo único en lo que todos parecen estar de acuerdo: en que hay que sacar a Rajoy de la Moncloa, por lo que es y lo que significa.
PP, PSOE y C’s vendrán a sumar aproximadamente los mismos escaños que ahora, es decir, alrededor de 250, suficientes para llevar a cabo todas las reformas (incluso las constitucionales) que quieran. Suavizarán el programa del PP, aflojando un poco la cuerda que ahoga a los ciudadanos, pero manteniendo a salvo el establishment, al que todos ellos representan, retocarán el estado autonómico y cumplirán con las exigencias europeas, que también serán más suaves.
En estas condiciones, el Congreso de los Diputados volverá a funcionar, de facto, como una cámara bipartidista, en la que por un lado tendremos a la gran coalición y por el otro a Podemos-IU, que se convertirá en el único partido de ámbito nacional con representación parlamentaria que estará fuera del gobierno. Pablo Iglesias tendrá el papel institucional de líder de la oposición.
Podemos-IU y Pablo Iglesias saben cuál es el papel que les corresponde: ni ellos van a tener nunca los apoyos necesarios para presidir un gobierno ni el PSOE va a formar un gobierno con el único apoyo de Podemos, tal como ya ha demostrado. Esta tesitura les permitirá convertirse en los representantes únicos de la parte de los sin parte (Rancière), en los aglutinadores del descontento, en los denunciantes en exclusiva de la política de la derecha, en la alternativa imposible, en la oposición que permita que el sistema siga funcionando.
Todo muy triste, lo sé. Menos mal que es pura ficción.